Los rostros reflejados en las aguas del rió suelen ser una
representación difusa de uno real, de aquellos que se les puede morder la nariz
o lamerle el mentón, pero el tuyo se veía simplemente perfecto, nítido, se te
podía oler las mejillas, pero simplemente era un reflejo, no había nadie a mí
lado sobre la arena, así que me acerqué a tu difusa representación, lamí y
mordí de aquellas aguas. Mi rostro realmente lucía patético, quizás solo soy un
reflejo...
Siempre suelo despertar por las mañanas por el grito
del despertador, por el calor o la lluvia, por el hambre o el olor a café, pero
hoy fue distinto, sentí un olor a descomposición y muerte, así que revisé entre
las sabanas de mi cama pero no había nada, revisé entre mi ropa interior y
nada, revisé el cuerpo tibio de mi hermana y nada, y así por toda la casa,
terminé parada sobre el pasto frió de la mañana, descalza, el roció lavaba mis
pies y aquel olor permanecía, era tan desesperante que decidí visitar
nuevamente el río, a los cinco metros de distancia ya veía tu rostro estático
pegado a la superficie, como de costumbre se rehusó a saludarme -mi corazón es
la causa de todo esto- pensé, así que lentamente lo arranqué con mis manos y
junto a este descubrí tu cuerpo putrefacto pegado a este-Por fin has muerto en
mi corazón- sonreí. Que suceso más feliz, realmente feliz, muy mucho, estabas
desnudo y muerto, como siempre te quise ver, desnudo y vivo te vi miles, te
jalaba pero no podía liberarme, te convertiste en el gemelo parásito de mi
corazón, el dolor era intenso, pero no me importó, estaba dispuesta a perder
hasta la sangre que no tengo para liberarme, así que tiré fuerte y te lancé a
las profundidades, tu rostro desapareció pero de un grito ahogado también el mío.
Que sueño más extraño -pensé- nunca había sido mujer
en un sueño y nunca podría soñar con odiar tanto a Sebastián, simplemente es
Sebastián. Mi historia con él comenzó de una forma extraña, nunca me había
fijado en un hombre y nunca hubiera pensando en hacerlo, realmente me gustaban
mucho las mujeres, me gustaban sus cuerpos y sus curvas, su cabello largo, su
olorsito dulce y sus delgados dedos, aunque nunca me gustaron las de pechos
grandes, también me gustaban sus labios, todos ellos; simplemente una digna
representación de venus. Nunca cuestione mi sexualidad, pero ahora lo hago, aún
lo sigo haciendo, quizás hasta el momento de mi muerte o la muerte de mi
consciencia. Quizás ya lo amo o algo similar y todo gracias a su sexo, suena
crudo y carnal, pero todo fue gracias a su sexo. Mis primeras experiencias
siempre fueron con portadoras de vulva, las disfrutaba de sobremanera pero no
lo suficiente, no conseguía llegar al punto del orgasmo o de la explosión que
algunos llaman eyaculación, generando en mi un intenso dolor de testículos que
duraba por algunas horas, lo que me resultaba horriblemente desagradable, como
no podía irme en el acto animal podía soportar horas de mete-saca, cosa que
trastornaba a las féminas, permitiéndoles tener varios orgasmos consecutivos,
tiritones de patas, babeo por adormecimiento facial, pseudos ataques de
epilepsia y golpes; ellas lo disfrutaban enormemente, pues la mayoría de los
Chilenos resisten a penas un par de meneos, pero sabiamente lo compensan con su
experticia en las artes masturbatorias, bueno ese no era mi caso y de alguna
forma, que aún no me explico del todo, muchas señoritas se enteraron de mi
problema/beneficio por lo que no me escaseaban las ofertas sexo, las que
naturalmente no rechazaba, no solo por placer ya que el acto no compensaba del
todo al dolor, pero estaba empeñado en lograr un orgasmo y bañar a mi
contrincante con mi mojado y dulce ADN, pero nunca pasó, solamente lo
lograba cuando en mi cuarto disfrutaba perderme lentamente bajo las sabanas,
mientras frotaba lentamente mi sexo con mi diestra, en esas ocasiones duraba
menos que un suspiro y llenaba mi pecho de mis tibios fluidos.
Las mujeres me parecen en general bellas, hermosas,
sensuales, alargadas, coquetas, fuertes, gigantes y completamente estimulantes,
nunca podría decir eso de un hombre, hasta que lo vi a él y destruyó todo,
hasta lo inimaginable, Sebastián un chico de un curso superior, en los baños de
hombres, en medio del olor a orina fermentada vi su alargada apéndice, lampiña,
recta, dulce y perfecta, sus manos cuadradas y un cuerpo fornido, esa
visión se convirtió en una fantasía que lleno mi inconsciente en su totalidad,
obsesión; cada vez que me perdía entre mis sabanas aquella imagen estaba
presente. Él era gay, todos lo sabían pero nadie se atrevía a molestarlo, tenía
fama de saber usar bien los puños, la única pelea que perdió en su vida fue
cuando estaba en el jardín de niños, de ahí en más ha resultado invicto, se
rumorea que bastante sangre ha corrido por esos gruesos puños. Cuento cortó,
con él probé el sexo anal, llegó hasta lo más profundo de mis entrañas y lo
disfrute a cada centímetro, no aguanté más de cinco minutos para que mi cuerpo
liberara meses de mal sexo en un oleada agridulce que cubrió su pecho, mentón y
brazos, aquella sensación fue tan placentera que solté una gran risotada la
cual lo contagió rápidamente, me miró y se dejó caer sobre mi cuerpo,
derretido, literalmente quedamos fijados en un abrazo.
La cosa es que esto se nos hizo un hábito
rápidamente, yo deje de ser un penetra vulvas en un setenta y cinco por ciento
y me volví un penetrado contento, me gustaba tener seeee, sexxx, seeexooooooo,
sexo con él (?) no sé porque estoy recordando esto, los recuerdos son difusos,
como los rostros en el rió y los sueños.
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-¿Sigo soñando?-
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-Ni lo uno ni lo otro- se escuchó desde el otro lado
-¿Sebastián eres tú?-
-Eso es más verdad de lo que piensas ¿Por qué lloras Nicolás?
-¿Llorar yo?-
En verdad lo hacía, cuando sentí lo tibio de mis lágrimas
lo pude ver, ese hombre apareció frente a mi mientras un paisaje acuarela se
formó a nuestro alrededor, estábamos parados en medio de un rió torrentoso, no
sentía frió ni el fluir del agua, era exactamente el mismo escenario de mi
sueño anterior ¿Cómo podía ser posible? ¿Por qué estaba llorando? simplemente
él se acercó y me abrazó, puso sus labios a la altura de mi odio y me dijo
-Recuerda lo que me confesaste ayer y piensa todo lo que eso implica. Era
cierto ayer hice una confesión.
Ambos estábamos en su habitación, solos en la casa,
mi mente era un panal de abejas y su cuerpo era un caldera a punto de
ebullición, puso su mano sobre mis mejillas y penetró mi boca con pulgar, sabía
lo que se venía y mi cuerpo también, pero no lo quería hoy ni mañana ni pasado,
los mil día anteriores los deseé con puta locura, los continentes de mi mente
se mezclaban, cuando él hombre/macho/masculino se inclinó a morder mis labios,
lo empuje, la distancia dolió.
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-No estoy seguro de que esto esté bien
(correcto/ético/natural/ético/moral/santo/pecado)- fue lo único que atiné a
decir.
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Las campanas de la iglesia sonaron, con mi madre todos los
domingos por la mañana entramos en aquel luminoso lugar, aprendí muchas cosas,
quería ser Jesús, añoraba ser Jesús, él era bueno sin duda alguna y yo era
pequeño, bastante pequeño. Gracias a las doctrinas cristianas el temor a la
muerte y a ser juzgado me invadieron por completo traduciéndose en noches de
insomnio y camas devastadas. Una madrugada de Mayo junto a mi curiosidad de
niño escuche una conversación adulta ¡dios! si tan solo la hubiera olvidado en
el momento en que la escuché.
-El infierno no existe, todo se paga en la tierra-
¿Qué quiso decir mi madre con todo eso? ¿No existe la vida después
de la muerte? ¿Porque sigue asistiendo a la iglesia? ¿No seremos juzgados? ¿Qué
pasa después de la muerte? La no existencia y el desaparecer de la consciencia
me aterraba mucho más que el ser arrojado a un lago de fuego eterno; mi
insomnio empeoró y odié cada noche.
Al final de cuenta, el problema no era si los actos
homosexuales eran condenados con el fuego eterno, o si era parte natural de la
naturaleza humana o no, si se nace o se hacen, si pueden conformar familias
adoptando niños o no y muchas otras cosas; lo que me atormentaba era permanecer
en el limbo de la duda, ¿Cómo es posible que alguien adoptase una postura como
una verdad absoluta? ¿Cómo pueden estar tan seguros de lo que postulan? ¿Se lo
habrán cuestionado? ¿La ciencia/religión/ética es suficiente? ¿Qué tal si un
día Jesús baja de los cielos y nos juzga a todos o la sociedad sigue evolucionando
hasta que todo sea permitido? ¿Qué tal si un día se encuentra la prueba
irrefutable de la no existencia de dios o del derrumbe del conocimiento
científico? Incluso cuando tenía sexo con mujeres no estaba seguro si era lo
correcto, tenía sexo como animal, no es que creyera que fuera pecado o si fuera
ético o saludable, pero lo cierto que mi consciencia nunca estuvo tranquila.
Muchas veces en la historia veía a grandes personajes que luchaban por lo que
creían correcto y dieron su vida en nombre de sus principios, hoy en día
sabemos que muchos se equivocaron, solo fueron una piedra en el camino de la
historia de la humanidad, su existencia se volvió un suspiro; me aterra que
este sea el resultado de la propia existencia.
Nunca supe
en que creer...
El placer nos encanta, nos retuerce, nos libera y nos
hace humanos, pero una vez acabado el clímax mi mente se llenaba de abejas. El
placer/cuestionamiento/remordimiento siempre cohabitaron en mi consciencia, en
una armonía catastrófica, muchas veces sentía que deliraba, que perdía el
control, mi sentimiento de impotencia frente a mi situación me generaban una
rabia incontrolable, la cual me esforzaba en reprimir, incluso lloraba, incluso
quería ser abrazado por el pecho tibio de mi madre de aquellos primeros años.
El comprender y cuestionarnos cosas nos hace tomar decisiones, una vez que
comprendes nuevas cosas no puedes volver al momento en el que no las sabíamos,
aunque muchas veces así lo hubiésemos preferido; debemos intentar ser
consecuentes, personas consecuentes, con lo que sabemos, con lo que creemos,
con nuestros ideales y valores, pero esto se vuelve cuesta arriba cuando no
sabes con qué identificarnos o si nuestros cuestionamos no tienen fin o tomamos
decisiones impulsivas.
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- Abre tus ojos- se escuchó desde el otro lado.
Lo intenté, la luz de la realidad se tornó dolorosa, mi cuerpo se
sentía extraño, estaba desnudo, todo comenzó a tener sentido, una silueta
inmóvil se dibujó frente mío, lo que acababa de percibir me aterró por completo
así que volví a escapar de la realidad.
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-¿Qué haces flotando en el rió?-
-No lo sé y no sé desde cuando estoy aquí pero me resulta
agradable.
-¿Cómo te llamas?-
- No lo sé, no lo recuerdo ¿Cuál es el tuyo?-
-Sebastián-
-¿Sebastián? es un hermoso nombre, más que la sensación de este
rió.
-Tu nombre es Nicolás-
-Nicolás, me parece atroz, no me agrada, no, no, siento que
conlleva una gran responsabilidad o una gran carga, mientras flote en este rió
no tengo por qué llamarme así, tengo el mismo nombre que este rió y su
corriente no me empuja, realmente pertenezco a este lugar.
-Párate y bésame- fue una orden que no pude rechazar, en sus
labios también fluía un río, era cierto, este lugar no se sostendría por
siempre, debía despertar.
Lo rechacé, ese día rechacé su sexo, a pesar de que mi
mente así lo dictaba, esa misma noche hizo sentirme terrible ¿Cómo se sentiría
Sebastián? ¿Estará enojado? ¿Me habrá comprendido? Creo que la cagué, a pesar
que las abejas de mi consciencia se habían tranquilizado en el momento en que
le prohibí mi sexo ahora volvían a agitarse con fuerza. No lo aguanté más,
debía revertir la situación, al día siguiente me encontré en su habitación a la
hora en que sus padres se marcharon y él quedaba solo, solo y completamente mío.
Su rostro era una roca, que ablandé desnudándome completamente y sin razón
aparente, le gustaba mi cuerpo y se le notaba en todo el suyo.
-Hoy todo está permitido- le dije; sus ojos, su pecho y su
pene se iluminaron, el olor a sexo debió extenderse por toda la población,
lamió y mordió mis pechos hasta hacerlos sangrar, sus labios y su apéndice
cubrieron por completo mi ser, azotó mis glúteos con sus manos cuadradas
mientas penetraba con su sexo caliente todos mis agujeros, en ocasiones sentía
que no llegaba suficiente sangre a mi cabeza por las posiciones en las que
estaba, también lo penetré aunque sabía que no le generaría la misma sensación,
pero el dolor siempre se convierte en placer, un segundo después volví a ser
penetrado, esta vez con toda su verga, a gran velocidad, no sabía si mi
esfínter lo resistiría. La escasa luz que se filtraba por la ventana iluminaba
su rostro, su expresión me causó una sonrisa, mis ojos comenzaron a perderse en
sus órbitas, mi mente a apagarse y mi cuerpo a convulsionar, era el fin del
acto sexual, mil y una abejas aparecieron en la habitación, todas escaparon de
mi cabeza, el placer dio paso al limbo de mi consciencia liberando la
impotencia de no saber lo correcto, de mis dudas, miedos y remordimientos,
tanto placer hizo caer la balanza, mis manos se trancaron con fuerza/rabia/odio
alrededor de su cuello sin permitirle respirar, mis ojos escupían fuego,
mientras su pene escupía otros fluidos, su cuerpo se encontraba vulnerable,
incapaz de luchar contra su mojado verdugo, mi consciencia se aclaró sólo para
apreciar sus últimos segundos de existencia, ambas consciencias se apagaron,
pero la de él para siempre.
<Ciertamente la consciencia de Nicolás no deseaba
eliminarlo, pero en aquel momento, Sebastián representaba todo lo que deseaba
extinguir>
Estando ambos parados dentro del rió, refugio de mi
consciencia que me permitía evadir la realidad, realidad done él resulto muerto
por mis manos, éste me golpeo, tan fuerte que simplemente lloré, sentí que lo
merecía, merecía eso y mucho más, lloré de rabia e impotencia, sentí que no era
sólo mi culpa, quería escupir al mundo, pero simplemente no podía hacer mucho
más.
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-Perdóname- fue todo lo que dije, mis labios se sellaron, aún no
asumía que no volvería a disfrutar de su ser fuera de éste lugar.
-Te perdono, en este lugar he sido capaz de comprenderte un poco
más, pero aun así me has truncado y para siempre, pero creo que el volver
a la realidad te será suficiente, aún siento cosas fuertes por ti, realmente no
sé lo que es y por esto mismo no me arrepiento de nada. Para mí no sólo fue
sexo, eras tú, debiste compartirme tus inseguridades y enredados pensamientos,
me hubiera gustado tranquilizar tu mente más que satisfacer tu cuerpo.
Quería besarle, pero cuando me acerque a él, el río comenzó
a absorberle y sus labios se convirtieron en cascada... nuevamente estuve solo,
solo con el rió, aunque ahora se sentía extrañamente especial, fui feliz por un
segundo, antes de desaparecer pude ver su amplia sonrisa, no estaba seguro si
realmente era él o simplemente un reflejo de mi mente, quizás después de todo
no exista una gran diferencia.
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.
El grito de la madre de Sebastián al entrar en la
habitación me obligaban a volver a la realidad, sólo me consolaba la certeza
del volver a estas aguas, pues la realidad que se avecinaba será poco sobre
llevable; aguas que por un segundo fueron cascadas. Antes de volver a la
habitación de Sebastián abracé mis rodillas, me tumbe y lloré cómo un infante,
recordé aquella vez que me perdí de la vista de mis padres por horas, imagine
que el pequeño Sebastián me encontraba, se sentaba junto a mí y besaba mi
mejilla, sonreí, tomó mi mano y me transportó a un escenario diferente, en uno
donde sólo nuestros cuerpos habitaban, lentamente nuestros cuerpos cambiaron y
observamos todos nuestros cambios, nuestros cuerpos infantiles perdieron inocencia
volviéndose robustos, cuadrados, aromáticos y espinosos; el tuyo siguió
creciendo cuando el mío se estancó, tus extremidades y sexo siguieron desarrollándose
mientras en el mío afloraban vellos en lugares poco usuales.
Finalmente nuestros
cuerpos se encontraron en el día en que se conocieron, pero ésta vez inmaculados.
Te acercaste lentamente, tus pasos generaban eco en mis entrañas, mi
respiración se cortaba, mis poros se dilataban y mis labios tiritaban, pusiste
tu mano sobre mis mejillas y penetraste mi boca con tu pulgar, sabía lo que se venía
y mi cuerpo también, pero esta vez era diferente; finalmente me entregaría en
cuerpo y mente, las abejas de mi consciencia murieron hace mucho, sólo era un
niño inseguro, con muchas preguntas y pocas respuestas, ahora todo parecía claro,
claro y simple.
-Hoy todo está permitido-
le dije, esta vez era verdad.
El mejor sexo que he
tenido en mi vida ocurrió en una esquina de mi universo, en secreto, húmedo,
similar a un estruendo.
<El sexo es la estigma, sin él y con él es posible nuestra sociedad,
muchas cosas se han dicho de él posiblemente muy pocas verdad>